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lunes, 4 de diciembre de 2017

El suicidio.

Instituto Superior de Formación docente y Técnica N° 126.
Metafísica.
El suicidio. 

5 de diciembre de 2017

Dedicatoria.

 “Esta monografía está destinada a la memoria de todos aquellos seres humanos, que tomaron la decisión más difícil de la vida, el final de su existencia. Seguramente habrá muchas interpretaciones al respecto, algunos ocuparan el lugar de jueces y condenarán dicha acción, otros absolverán esa trágica decisión. Tal vez, ponerse en la piel del suicida es la mejor manera de comprender la difícil decisión de terminar con la propia vida”.


 INTRODUCCIÓN.

La elección del tema para este proyecto monográfico surge a raíz de un acontecimiento ocurrido en el año 1997, el suicidio de un familiar. La cercanía en esa relación parental indujo a involucrarme afectiva y profesionalmente a ese suceso. Es imposible poder olvidar aquél hecho ocurrido, cuando unos días antes habíamos compartido un almuerzo familiar, en el que nadie pudo dar cuenta del desenlace que luego iba a ocurrir, no hubo síntomas, solo risas, momentos gratos de una mesa familiar.
Este hecho provocó una profunda angustia, muchos interrogantes fueron aflorando y entender aquella trágica decisión llevo mucho tiempo de comprensión, reflexión, de análisis de por qué una persona, tan cercana quisiera quitarse la vida. La primera reacción es un sentimiento de ira, de mucha bronca abriendo un abanico de preguntas: ¿por qué había tomado esa trágica decisión? ¿Cuáles fueron las causas que lo llevaron al suicidio? ¿Cómo podía haber cometido un acto de tanta cobardía? ¿Cómo no di cuenta que eso iba a ocurrir? ¿Podría haberlo evitado?
Apenas tenía 30 años, una vida por delante, un matrimonio recién constituido, un hijo de once meses, un trabajo autónomo que le permitía tener tiempo libre para gozar de la vida, una casaquinta de la que podía disfrutar, su situación económica resuelta, de carácter fuerte, solidario, de buen humor, chistoso, alegre, irónico; y sin embargo, no  pudo evitar tomar una decisión de tanta crueldad no solo para él, sino para todos sus familiares y amigos que lo rodeaban.
La angustia interior y las preguntas sin respuestas inducen a la comprensión, obtenidas a través de apelar al recurso que sólo la filosofía brinda cuando el asombro y la angustia invaden. La interminable lectura de libros es otro recurso terapéutico para poder apaciguar la tristeza. El primero de ellos la lectura del libro el suicidio de Emile Durkheim, y junto a otros libros que ayudan a abordar dicha problemática permiten entender al suicidio como parte de la historia del hombre, desde diferentes disciplinas científicas. 
Pensar la muerte como el fin de la existencia humana, es una preocupación y problemática que también aborda la filosofía desde sus diferentes ramas, abriendo la posibilidad de profundizar reflexivamente este tema que tanto escozor provoca en la sociedad humana.
Llevar a cabo un proyecto de investigación amplio de un tema que tantas significaciones tuvo a lo largo de la historia humana, suscitando sentimientos diversos y una serie de interrogantes, en la que se supone no hay una lógica racional del hecho y lamentablemente no contamos con los fundamentos de quién tomó esa trágica decisión. Pero a partir de un suceso, las ciencias que parten de hipótesis y en un trabajo interdisciplinario, puede deducir las diferentes  causas o motivos que han inducido a una persona a cometer un suicidio. 
Después de dos décadas de aquél trauma familiar, hoy se abre la posibilidad de retomar esta problemática humana, tan difícil de abordar, pero que tantos interrogantes abre para seguir investigando, interpelando sobre las causas que lleva a un ser humano a tomar esa trágica decisión. Por este motivo, el que sufre una pérdida de este tipo, se enfrenta  a una angustia radical del sinsentido o se pone a trabajar para remendar palabra tras palabra el desgarro que el acto suicida provocó. La experiencia analítica y la escritura son, sin duda, un gran remedio.


DESARROLLO.

Martín Heidegger nos dice en su libro Ser y tiempo, que al ser arrojado el hombre al mundo existencial, debe de ser obra de su propia construcción. El mundo se presenta como una red de posibilidades y entre ellas está la posibilidad de su propia muerte, situación que provoca profunda angustia. Algunos transcurren su vida esperando su destino final. Otros deciden interrumpir arbitrariamente su vida por voluntad propia, a ellos se los llama suicidas.
La Organización Mundial de la Salud define al suicidio como "todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, o un daño, con un grado variable de la intención de morir, cualquiera sea el grado de la intención letal o de conocimiento del verdadero móvil".[1]
En el mundo, el suicidio es una las tres primeras causas mundiales de muerte en personas y según la Organización Mundial de la salud, está en constante crecimiento. Hoy se producen un millón de suicidios por año en el mundo, pero se calcula que en la próxima década, crecerá un 50% para alcanzar un millón y medio de muertes anuales y el grupo de riesgo más elevado son los jóvenes.
En nuestro país, también es un problema, la tasa de suicidio se calcula que de cada cien mil habitantes, entre un 7,2 a 8 %, de las personas mueren por causa de suicidio, superando ampliamente la tasa de muertes por homicidios. Estos datos estadísticos lo ubican en tercer lugar en los países de la región.
Nuestra ciudad seguramente no escapa tampoco a esta calamidad. Durante el mes de junio sucedieron dos causas de suicidio que fueron informados en los medios de comunicación local. Esto motiva la posibilidad de llevar a cabo una profunda investigación para poder obtener datos precisos sobre el tema.

PERSPECTIVA HISTÓRICO-FILOSÓFICA.

A lo largo de la historia de la humanidad, el suicidio siempre fue una problemática del cuál los filósofos se preocuparon. En la antigua Grecia, Platón en sus diálogos escritos en aquella época como el Fedón[2]  y Las Leyes[3], hace mención a la muerte de Sócrates bebiendo cicuta, el tribunal le había dado la opción de exiliarse, pero él, sin embargo, opto por su propia muerte. Esta actitud de Sócrates fue interpretada de diferentes formas, algunos piensan que fue una conducta suicida y otros una cuestión ética para acatar las leyes griegas.
Para el estoicismo representado por Séneca y en la modernidad renacentista de Montaigne, ambos no dudaron en pensar la muerte de Sócrates como un suicidio.
Aristóteles[4], discípulo de Platón, adopta una postura contraria al suicidio y lo considera como un atentado en contra de la propia vida, una deshonra personal y un acto de cobardía que iba en contra de la polis griega.
Séneca[5] ve en el suicidio una práctica de libertad que posee el ser humano para abandonar una vida que considera indigna e impropia de la razón. El honor y la libertad son dos principios fundamentales de esta filosofía antigua que sustenta al suicidio como un acto valiente y moral.
Para Séneca el suicidio no es ir contra Dios, porque es precisamente Dios quien destina a las personas a la muerte. Es un acto totalmente racional y voluntario, una posibilidad que Dios nos pone al alcance de la mano para salir de la vida cuando lo creamos necesario. Al fin, es la manera de asegurar nuestra propia libertad frente a la vida.
Durante el período medieval, el cristianismo fue el protagonista principal de esta larga etapa de la historia y tuvo una concepción teológica, social y cultural que consideró el suicidio tabú, marcando una clara ruptura con los filósofos de la Grecia antigua, apareciendo la prohibición absoluta del suicidio junto al castigo social y religioso.
San Agustín piensa lo contrario a Séneca y se inspira en las Sagradas Escrituras para el “no matarás”, también hace referencia al suicidio[6]. Santo Tomás de Aquino[7], respaldado en el pensamiento de San Agustín, da sus fundamentos teológicos para desaprobar el suicidio. En su Libro “La Suma Teológica”, agrega el argumento de Aristóteles y de San Agustín, por lo cual habría tres motivos que rechaza al suicidio, ellos son: en primer lugar, porque es contrario a la ley natural y la caridad; en segundo lugar,  porque es contrario a la ciudad o polis; y finalmente porque Dios es el único que tiene derecho a dar vida y a quitarla.
Con el Renacimiento surge de la modernidad y el humanismo emergente demuestra interés en las antiguas costumbres y los argumentos estoicos en defensa del suicidio.
Las propuestas filosóficas surgen a partir del pensamiento de Montaigne donde escribe que era hora de morir cuando vivir acarrea mayor mal que bien y consideraba que es ir contra las propias leyes de la naturaleza el conservar la vida para tormento e insatisfacción propia, manteniendo la antigua regla de “una vida tranquila, o una muerte feliz”. Es bueno morir cuando la vida es molesta. Vale más no vivir que vivir desgraciado”[8].
Durante los siglos iluminados por la razón humana (XVII a XIX), surgen importantes planteamientos filosóficos sobre el suicidio con grandes defensores y detractores del mismo, a la vez que los castigos legales se atenuaron, sin embargo estaba prohibido enterrar a los suicidas en el cementerio; y por otra parte, se otorgaba cierta solemnidad a los suicidios por honor, sobre todo los de militares y los de duelos.
David Hume, filósofo moderno representante del empirismo escéptico, en similitud al pensamiento de Montaigne, adopta una postura abiertamente a favor del suicidio y lo fundamenta desde la teología, la sociología y la ética en contra del pensamiento medievalista de San Agustín y Santo Tomás porque para él, el suicidio no es un pecado ni una ofensa contra Dios y le da un carácter moral dado que todos podemos elegir vivir o morir.
En el libro “Metafísica de las Costumbres”, Kant expresa que hay deberes para consigo mismo, el hombre debe de tratarse como un fin y no como un medio. En varios libros Kant hace referencia al suicidio desde el punto de vista ético. Hace una fuerte crítica al estoicismo porque quien comete un suicidio olvida la dignidad humana, se debe de respetar la humanidad honrando la propia vida siendo un deber ético cumplir con el deber ser, las normas, la moral.
El primer pensador contemporáneo que desarrolló el problema del suicidio, fue Schopenhauer, quien reflexiona sobre la muerte, el dolor y el sufrimiento y rechaza categóricamente desde lo moral la voluntad de vivir como negación a la propia vida. Para este autor quien comete un suicidio está manifestando su intención de vivir, afirma la vida enérgicamente porque quien se quita la vida busca liberarse de sus males y dolores[9]. Su pensamiento se afirma en las posturas de Séneca y Hume.
El filósofo Philip Batz, quién adopta el seudónimo de Mainlander y que precisamente se suicida a los 34 años, era un fiel seguidor de Schopenahuer, decía que la moral cristiana no es más que un mandamiento de suicidio lento manifestado en Jesús. Este tipo de suicidio denominado sensu allegorico lo relaciona con el origen del universo. Dios de un modo suicida y arbitrario decide la catástrofe absoluta. Actualmente esta idea se vincula con la teoría del Big Bang, la gran explosión que es una energía creadora, pero a su vez es caos y destrucción.
El más polémico y genial filósofo loco llamado Nietzsche, por su experiencia del dolor, su carácter especial y su vitalismo filosófico no pudo escapar de reflexionar sobre el suicidio. Acérrimo crítico de la moral cristiana, pone su mirada en el mundo griego y piensa al dolor como resultado de un destino trágico que tiene que ser aceptado por el hombre y justifica para algunos casos, atentar contra la propia vida como un acto puro de libertad. Esta interpretación dio motivos suficientes para pensar que Nietzsche tenía una ideología nazi. Sobran argumentos en Nietzsche que justifican la eutanasia voluntaria y el suicidio. “mucho mejor es la decisión de optar por la muerte rápida y libre a través del suicidio”.[10]
Albert Camus en su libro “El mito de Sísifo”, aporta  su visión y desarrolla el concepto de absurdo y el suicidio como categoría filosófica.  Define al absurdo como el silencio con el que el mundo responde cuando se le pregunta por su sentido y postula el suicidio como una posible solución a lo absurdo, pues cuando algo pierde el sentido la reacción más humana es casi siempre abandonarlo cuando la razón busca respuestas coherentes y racionales, pero el mundo carece de ellas. Encontrar una razón para vivir es equivalente a encontrar una razón para morir. Cuando la vida nos ha superado y no la podemos explicar concluimos que no vale la pena vivirla.
En esta obra de Camus ve en Sísifo al héroe absurdo que vive su vida al máximo, odia la muerte, y es condenado a una tarea inútil. Está presentada la incesante e inútil tarea de Sísifo como una metáfora de la vida moderna, con el trabajo intrascendente en las fábricas y oficinas. “El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo. Pero no es trágico sino en los raros momentos en que se hace consciente.”[11]
La historia de la filosofía nos señala un espectro amplio de posibilidades incluyendo a aquellos que condenan y a otros que elogian el suicidio. Hay una diversidad de interpretaciones sobre la cuestión, pero el gran salto cualitativo se produce en el momento en el que el suicidio es tomado por la ciencia y convertido en una patología, entonces dejo de ser considerado como un pecado mortal o un crimen para ser interpretado como un índice de la locura.

CONCEPTO Y NOCIÓN DE SUICIDIO.

Según la Real Academia Española, el suicidio, proviene del latín sui (de sí mismo) y caedere (matar). Es la “acción y efecto de suicidarse” o “la acción o conducta que perjudica o puede perjudicar muy gravemente a quien la realiza”.
Otra definición semejante establece que el suicidio proviene del latín: sui (si mismo) cidium (matar), “atentado contra la propia vida”, “matar-se”. Los griegos lo expresaban como autokeiria de autos: sí mismo, y keiros: mano, lo que significaría: muerte elegida por uno mismo, o sea ejecutada por mano propia. El término latino enfatiza la idea de matar y el griego la del acto con intención o deliberado de quitarse la vida.
El suicidio es un fenómeno mundial que como vimos con anterioridad, se ha producido en todas las culturas a lo largo de la historia. En ciertas épocas y culturas incluso ha sido vista como tradición, de hecho, en Japón se preveía la posibilidad de acabar con la propia vida voluntariamente con el fin de conservar el honor.
Este flagelo es un problema de salud pública que preocupa a nivel mundial. Las causas que dan lugar al suicidio son múltiples y abarcan todos los ámbitos imaginables, desde los sociales, hasta los psicológicos y psiquiátricos, ambientales e incluso culturales. Tiene multiplicidad de causas. Comienza por una etapa de ideación, entendida como pensamientos autodestructivos de acabar con la propia vida. Existen diversos grados dependiendo de su planificación siendo algunos realizados con un orden metódico y otros llevados a cabo de manera desordenada.
El suicidio es un grave problema de salud pública que constituye una de las causas de muerte no natural más frecuentes en el mundo. Se estima que en los últimos 45 años la prevalencia del suicidio se ha incrementado en un 60 %, convirtiéndose en la décima causa de muerte en el mundo y una de las tres principales causas de fallecimiento en personas entre 15 y 44 años de edad.

UNA MIRADA DESDE EL PSICOANÁLISIS Y LA PSIQUIATRÍA.

La lectura psicoanalítica que Freud dio al suicidio, la hace en dos momentos teóricos de su obra. El primero se encuentra en luto y Melancolía; el segundo deriva de la consideración  de las pulsiones Eros y Tánatos, contraponiendo el instinto de muerte al de vida.
Para Freud en el suicidio hay un síndrome depresivo que motiva esa tendencia. En el neurótico hay una tendencia homicida que lo induce a cometer su propio suicidio. En la melancolía el yo puede dirigirse contra sí mismo y convertirse en objeto de hostilidad. Demasiado complejo y largo sería entrar en el detalle de la dinámica psíquica que Freud pone en la base del desarrollo del yo. Lo que interesa subrayar es el hecho de que a través de un proceso de Identificación, puesto en acción por el suicida, en el enfrentamiento con una persona hacia la cual existe una ambivalencia de amor y odio a la vez, los sentimientos de hostilidad se resuelven hacia el propio sujeto. El impulso agresivo, en lugar de dirigirse hacia el objeto externo, se dirige hacia su Yo, que ocupa el puesto del objeto que falta.
Actualmente, hay otros factores psicológicos que propenden al Suicidio, tal vez no tan acentuados como la depresión, pero están relacionadas a patologías como lo son la esquizofrenia, la paranoia, trastornos bipolares, psicopatías específicas; y otras con trastornos afectivos a causa de presiones o situaciones estresantes como presiones familiares, académicas, abuso de sustancias tóxicas, enfermedades terminales, sentimiento de culpa, vergüenza, alcoholismo y la desesperanza, la pérdida del sentido de la vida es un factor más poderoso, cuando el futuro se ve desolado y el pesimismo domina el estado de ánimo de una persona, es más probable que se intente el suicidio.
Los cuadros depresivos se dividen en leves, moderados y severos, la severa desde el psicoanálisis se trata como una melancolía o depresión que es una patología que afecta la voluntad (sin ganas de hacer nada, no disfrutar de las cosas, irritabilidad, intolerancia, sentimiento de culpa), conductas que pueden llevar al suicidio.
Del testimonio otorgado por la Psiquiatra Soledad Danura, surge otra categoría de suicidio denominada trastorno de impulsividad, cuyas personas tienen rasgos narcisistas. Mencionó el caso de aquellas personas exitosas que tienen de todo, pendiente del que dirán, de superarse, y de pronto pasa por una situación económica difícil de endeudamiento. No lo puede soportar y viene la impulsividad, que se caracteriza porque no hay pensamientos en el medio, no puede controlar los impulsos, no puede realizar un análisis racional correcto y termina con el suicidio producto de esos impulsos inconscientes.
Otro de los conceptos a los que hace referencia la Psiquiatra es que en el suicidio, el juicio no está conservado cuando hay patologías psiquiátricas como lo son la esquizofrenia, bipolaridad, psicopatías o neurosis, pero tampoco lo hay en la impulsividad, no hay juicio, porque todo ocurre en segundos y no hay posibilidad de análisis racional de los hechos, se torna impredecible. Un paciente puede estar en tratamiento y de repente se suicida como consecuencia de un acto impulsivo. No se pudo predecir, ni prevenir, porque el paciente no daba ninguna señal. Hay otras personas que tienen una idea fija, crónica de la muerte, desea morirse porque perdió el sentido de su vida y termina con ella.
Para la psiquiatra consultada detrás de todo suicidio hay una patología que puede ser bien definida como las enumeradas con anterioridad o de rasgos de personalidad.
El creador de la logoterapia o terapia del sentido, fue Viktor Frankl, se basa en el convencimiento de que la mayor parte de las neurosis tienen sus raíces en la pérdida del sentido de la vida. El hombre se diferencia  de los demás animales porque se interroga por el significado de su existencia; en cambio los animales se guían por sus instintos. Sólo el hombre puede llegar a dudar de que su vida tenga sentido y cuando la vida ya no tiene sentido puede llevar al hombre a privarse de ella.
Alexander Lowen, psicoterapeuta, representante de la terapia bioenergética, en su libro: “La depresión y el cuerpo”, habla de la depresión como algo normal siempre que no interfiera en las tareas diarias, pero la depresión no es saludable para las personas. Las personas deprimidas viven en función del pasado y olvidan el presente. Esa situación irreal induce a las personas a perder contacto con su propio cuerpo. Hay una carencia de autopercepción, no se ve a sí misma como es, porque su mente está centrada en una imagen irreal.
Lowen arriba a la conclusión que la causa de la depresión es porque las personas viven ilusionadas en tener dinero, fama, poder. Esta vida ficticia les hace perder el contacto con la realidad y junto con la pérdida de la fe se sienten desencantadas del mundo en el que viven y muchas veces son el desencadenante de conductas suicidas.
La fe es una fuerza que sostiene la vida, tanto en el individuo como en la sociedad, y la que la mantiene en movimiento hacia arriba y hacia adelante. Es la fuerza que une al hombre con el futuro. Cuando se tiene fe se puede albergar confianza en el futuro, aún en períodos en los que los sueños o las esperanzas no parecen que vayan a cumplirse.


UN ENFOQUE SOCIOLÓGICO.

Uno de los investigadores más contundente en el estudio del suicidio desde un enfoque sociológico es justamente Emile Durkheim, quién hace un análisis exhaustivo, planteando la importancia de las condiciones sociales y culturales en la determinación del suicidio y sostiene, la necesidad de promover la integración del individuo a la sociedad evitando el aislamiento y la anomia o desorganización social.
Para este sociólogo, el suicidio es un estado de “enfermedad” o “patología” de la sociedad. Y clasifica tres formas de expresión del suicidio que están en relación con un estado de aislamiento, que suponen la desorganización del yo, y que en este espacio sólo enunciaremos y describiremos sintéticamente:
1.- suicidio altruista: es lo contrario al suicidio egoísta, lo social es muy fuerte y desdibuja la individualidad. Se produce cuando el sujeto asume la necesidad de su muerte como acto heroico por el bien de la sociedad o del grupo del que forma parte, generalmente con una marca fuerte de lo religioso en el amplio sentido de la palabra.
Un ejemplo en la actualidad, sería el caso de los suicidios terroristas de ISIS, que cometen atentados inmolándose con el fin de provocar terror en las ciudades occidentales europeas.
Otro de los ejemplos que podemos mencionar es el de los pilotos “kamikaze” japoneses, que pertenecían a la Armada Imperial Japonesa, arrojándose con sus aviones contra la flota Aliada en la Segunda Guerra Mundial.
2.- El suicidio egoísta: se enmarca en el terreno de una decisión individual, que no considera a los otros, y que presenta cuando hay disgregación o pérdida de cohesión de una sociedad y fallas en su función de sostén social. Las personas tienden a quitarse la vida cuando están ensimismados, no se integran a grupos sociales. Cuando la sociedad lo hace sentir abandonado y a su suerte el individuo pierde el sentido de la responsabilidad con la sociedad y solo es responsable consigo mismo.
3.- El anómico: es el quebrantamiento de todos los vínculos sociales tradicionales y es la causa principal del suicidio que se incrementó a partir de la sociedad industrial[12]. Se produce en una sociedad con un sistema normativo debilitado y con derrumbe de los valores sociales. Según Durkheim, se podría enlazar en lo individual con la ausencia de Ley y la desprotección total para los sujetos que se encontrarían entonces en total desamparo.
Durkheim plantea que cada sociedad tiene una aptitud para el suicidio y que es esta misma la que influye en mayor o menor grado en los individuos. Los actos individuales serían una prolongación del estado social. En todas las sociedades hay un número invariable de muertes voluntarias que se manifiesta en los tipos de “suicidio explicados” y que no varía hasta que cambia el estado de la sociedad. Admite que podría entenderse que ha de haber una predisposición individual pero explica que ésta es a su vez fruto del medio social en el que viven, que se asimila dentro de las conciencias individuales. Y sostiene que el incremento de suicidios es fruto de la miseria moral que reina en la sociedad.


SUS CAUSAS BIOLÓGICAS Y GENÉTICAS.  

La genética, como disciplina científica, trata de determinar si lo que se transmite es una herencia específica del suicidio o es la enfermedad mental. Varios estudios han señalado la asociación entre suicidio y depresión. Las explicaciones iniciales de las teorías genéticas intentan dar una interpretación en aquellos casos donde existían familias con alta incidencia de suicidios. Los estudios demuestran un alto riesgo de suicidio en las familias de los pacientes depresivos y maniacos que habían cometido suicidio, que en los familiares de aquellos que no lo habían cometido. Esto se pudo demostrar en estudios de gemelos, monocigóticos y heterocigóticos. Otros estudios establecen la probabilidad de que los individuos que tienen una vida estresante, tienen una predisposición genética a cometer suicido.
Los estudios revelan que aunque el suicidio tiene un componente genético, ese tan solo es uno de muchos factores que pueden aumentar el riesgo personal, y ni siquiera entre los que corren más riesgo de suicidio es posible predecir quién va o no a materializar sus ideas suicidas.


EL EFECTO CONTAGIO DEL SUICIDIO

Una de las consecuencias más temidas del suicidio es el peligro de su repetición. Así lo manifestaba en su frase célebre Emile Durkheim: “Ningún hecho es más prontamente transmisible por contagio que el suicidio”.[13] Está comprobado que los medios de comunicación a través de difusión de noticias sobre suicidio y el uso de internet, puede ser el desencadenante de nuevos suicidios por el efecto contagioso de la información. Si bien el suicidio es el resultado de múltiples causas de las cuáles estuvimos analizando con anterioridad, diferentes estudios epidemiológicos demuestran que la imitación puede ser el detonante de una conducta suicida.
Este  fenómeno también es denominado “efecto Werther”, porque en el año 1774 Goethe escribió una novela “Las cuitas del joven Werther” [14], que además del increíble éxito que tuvo, pasó a ser famosa por la cantidad de suicidios que ocurrieron en aquella época en sus lectores que imitaban el final de Werther. Para el sociólogo David Phillip[15] la conducta mimética de la exposición excesiva de la información relativa al suicidio de una persona, sobre todo si es famosa o un personaje público y que desencadena la imitación del mismo.
En la actualidad posmoderna, con la aparición de las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación), muy utilizadas en el sistema educativo argentino, ha surgido un nuevo fenómeno llamado “cybersuicidio”[16], a raíz de la influencia del uso de internet en los jóvenes, haciendo un uso incorrecto de estas tecnologías por parte de algunos usuarios y que muchos optan por quitarse la vida, motivado por la influencia, entre otras cosas, de páginas pro- suicidas, chats y foros de Internet.

LA FAMILIA DEL SUICIDA.

El entorno familiar es el ámbito de socialización primaria y en donde toda persona construye su subjetividad, también puede ser un factor de riesgo en cuanto a las dificultades en las relaciones interfamiliares, garantizando la infelicidad e impidiendo el crecimiento emocional de una persona como consecuencia de una comunicación conflictiva; bajos niveles de cercanía afectiva; altos niveles de control parental; estructura familiar inestable; historia familiar con depresión; desórdenes psiquiátricos; abuso de sustancias tóxicas; conducta suicida; conflictos legales del padre; violencia familiar entre sus miembros, incluyendo el abuso físico y sexual; separación de los progenitores por muerte, separación o divorcio; frecuentes cambios de domicilio a diferentes áreas; rigidez familiar, con dificultades para intercambiar criterios con las generaciones más jóvenes; situación de hacinamiento, lo que en ocasiones se traduce por la convivencia de varias generaciones en un breve espacio, lo cual impide la intimidad y la soledad creativa de sus miembros; dificultades para demostrar afectos en forma de caricias, besos, abrazos y otras manifestaciones de ternura; autoritarismo o pérdida de la autoridad entre los progenitores; incapacidad para abordar los temas relacionados con la sexualidad del adolescente, la selección vocacional y las necesidades de independencia.
Todas estas causas enumeradas pueden ser factor desencadenante del suicidio, cuando estos problemas no son abordados por profesionales de la salud a tiempo.


APORTES DE LA VICTIMOLOGÍA Y LA CRIMINOLOGÍA.

Elías Neumann, quien fuere Profesor de Criminología y Victimología  de la Facultad de Derecho, de la Universidad de Buenos Aires, escribió un libro denominado “Patrón, radiografía de un crimen”[17]. Relata la historia de un caso real, en donde él participo en un juicio penal como abogado defensor de un Santiagueño que viene a trabajar a Buenos Aires a una carnicería, donde su dueño le hace realizar tareas inhumanas, en las cuáles obligaba a su empleado a limpiar la carne podrida que compraba para ser vendida en la carnicería. El trato del empleador era someter a su empleado en un sistema de explotación laboral y de mucha violencia psicológica y verbal. Luego de un par de años de trabajo intenso y de ser subestimado, maltratado, humillado, explotado por su patrón lo termina matando. Durante el juicio, se pudo comprobar el homicidio emocional. y sufrió una condena atenuada por comprobarse el homicidio con emoción violenta establecido en el artículo 81 del CP que establece: … “1º Se impondrá reclusión de tres a seis años, o prisión de uno a tres años: a) Al que matare a otro, encontrándose en un estado de emoción violenta y que las circunstancias hicieren excusable”...
En el análisis criminológico, Neumann explica desde un punto de vista psicoanalítico, que el carnicero buscó su propia muerte o el suicidio de la mano su empleado. En realidad, se sentía tan mala persona que en el maltrato a su empleado buscaba inconscientemente su propia muerte. En su libro de victimología[18], lo clasificará como suicidio pasivo, suicidio provocado o suicidio en la mano del otro. También explica los casos de accidentes de tránsito, deportes de alto riesgo, etc., como tipos de suicidios dentro de esta clasificación.
La película argentina estrenada en 2014, “Patrón, Radiografía de un crimen”[19], basada en el texto de Elías Neumann y dirigida por Sebastián Schindel, cuenta la historia de este caso judicial.


DESDE UNA PERSPECTIVA JURÍDICA.  

En nuestro país el suicidio no constituye delito. Toda causa penal en donde se sospecha que la muerte fue ocasionada a raíz de un suicidio se inicia como averiguación de causal de muerte, luego despejadas todas las sospechas y finalizada la recolección de pruebas (nota escrita por el suicida o testimonios de familiares o amigos), y pericias científicas que dan como causal de muerte al suicidio, se desestima la acción penal y se archiva la causa por no ser considerada una tipología establecida en el Código penal.[20] Si constituye un delito la instigación del suicidio, el artículo 83 del CP establece: "la prisión de uno a cuatro años, al que instigare a otro al suicidio o le ayudare a cometerlo, si el suicidio se hubiese tentado o consumado"; si se obliga a la víctima a suicidarse mediante violencia física o moral sobre personas cercanas, el delito se considera como homicidio”.[21]
Este artículo integra la parte especial del código, o Libro Segundo y en ella se describen todos los delitos en sus distintas modalidades y la graduación penal correspondiente. Consta de 12 títulos y una sección de disposiciones complementarias que tratan.
Los delitos contra las personas ocupan los artículos 79 a 108. Y respecto a la instigación al suicidio, según la jurisprudencia argentina, se trata de un delito doloso con dos variantes: "la instigación, mediante amenazas, consejos, bromas, órdenes" y "la ayuda, entendida como colaboración material".
En cualquiera de los dos casos, para que exista delito, la ley dice que es necesario que se trate de "un suicidio consumado o de una tentativa idónea". En cambio, si se obliga a la víctima a suicidarse mediante violencia física o moral sobre personas cercanas al suicida, el delito se considera como homicidio.
Durante el siglo XIX, el suicidio era un delito y se aplicaba una pena para quien se quitaba la vida, generalmente, el castigo recaía sobre los herederos del suicida, a quienes se les privaba de la herencia de éste. A veces, la pena recaía sobre el propio cadáver del suicida: se lo colgaba de una horca o de los pies, se lo dejaba sin sepultura, se le amputaban miembros, etc.
En el Proyecto Tejedor[22] (primer intento de codificación penal general redactado por encargo del Poder Ejecutivo Nacional en 1864 por Carlos Tejedor) se castigaba al suicida, con la privación de los derechos civiles y la nulidad de sus disposiciones testamentarias; la tentativa de suicidio se penaba con reclusión de 1 a 3 años, bajo vigilancia en un establecimiento de seguridad.
Sin embargo, estas disposiciones se suprimieron cuando las provincias adoptaron provisoriamente el Proyecto Tejedor y así desaparecieron definitivamente de nuestra legislación. A partir de ese momento el suicidio y la tentativa de suicidio fueron hechos impunes.
La realidad nos dice que la instigación al suicidio es un delito que resulta difícil de ser probado, por lo tanto, en la historia jurisprudencial argentina solo existió un caso de un General del Ejército Argentino. Al enterarse de que uno de sus hijos era homosexual lo convocó a su oficina y le dijo a su hijo que era una deshonra para la familia, por lo tanto, le comunicó que él sabía lo que hacer, le dejó un arma sobre el escritorio y terminó su hijo quitándose la vida. Su padre reconoció este hecho en el Tribunal y fue condenado.
En la actualidad,  la muerte del fiscal Nisman es un hecho que conmociona a la Argentina. Las causas de su muerte y las responsabilidades que pudieran tener otras personas en el hecho, es algo que corresponde a la justicia determinar si el fiscal fue obligado a quitarse la vida o si se suicidó por motus propio.
Desde el ámbito del derecho civil, también tiene un tratamiento jurídico específico con respecto si el suicidio tiene cobertura por seguro de vida. Generalmente en la Argentina se rechaza el pago del seguro por causa de suicidio, aunque algunas compañías aseguradoras establecen la diferencia entre el suicidio voluntario e involuntario. Una persona podría estar pasando por una situación penosa, con su voluntad totalmente alienada y en medio de su delirio, podría suicidarse sin realmente tener conciencia de lo que estaba haciendo. No hay duda de que en este caso estamos ante un accidente y no un suicidio y por lo tanto, sería la única excepción a la regla y el pago seguro se haría efectivo. Aunque en la práctica es muy difícil que una empresa aseguradora efectivice el pago.
En el caso particular del suicidio comentado en la introducción de esta monografía, puedo dar testimonio fiel de que una Compañía Americana denominada “Citizens Inc”, efectuó el pago de la póliza por el suicidio cometido. La misma estaba contemplada en una de las cláusulas del contrato firmado por el suicida y la Aseguradora. En una de las entrevistas realizada, en presencia del agente de seguro, explicó que para la legislación Americana, el suicidio es una enfermedad y es obligatorio la cobertura por suicidio. La consumación del pago despejó todas las dudas existentes al respecto.


EL SUICIDIO EN NUESTRA CIUDAD.  

La intención de este trabajo monográfico era realizar una exhaustiva investigación sobre el suicidio en nuestra Ciudad de Salto, pero como consecuencia de lo apremiante del tiempo  para poder cumplir con la entrega de la presente monografía, quedará pendiente para más adelante. Pero podemos decir que nuestro pueblo no escapa a este flagelo. De acuerdo a la información surgida de la Ayudantía Fiscal local, hasta la fecha han acaecido ocho suicidios que no discriminan edad, ni sexo. La estadística superó a los años anteriores cuyo número llegaba a siete suicidios por año, superando a las muertes cometidas por homicidio. La relación comparativa es de cada tres suicidios se produce un homicidio. El último fue como resultado de un homicidio seguido de un suicidio a causa de que el hijo se suicida luego de haber matado a su padre. El hecho llamó la atención a las autoridades de la fiscalía por el alto grado de violencia y crueldad encontrado como evidencia en la escena del crimen.  
Otra investigación que quedará pendiente para el futuro es el denominado “Caso Arroyo Dulce”. Esta localidad está ubicada en el partido de Salto y llama la atención la cantidad de suicidios ocurridos dada la escasa densidad de población existente en el lugar.
Cabe mencionar que conforme a los dichos de la psiquiatra consultada sobre su preocupación de no haber en el hospital de nuestra Ciudad un Centro de Ayuda para personas con tendencias al suicidio, donde el paciente pueda realizar actividad diarias, trabajar en talleres terapéuticos dirigidos por terapistas ocupacionales. A nivel privado hace poco tiempo se abrió un Centro de rehabilitación denominado “Pilares”, que tiene la intención de empezar a trabajar en el tratamiento de estos casos. Tampoco existe en nuestro hospital, sala de internación para pacientes psiquiátricos, solo tienen atención aquellos pacientes que poseen obra social.


CONCLUSIÓN FINAL.

La muerte de un familiar o amigo es una de las situaciones más estresantes por las que puede pasar un ser humano. Pero cuando es causa de un suicidio, suele hacerse todavía más complicada, ocasiona un dolor intenso, prolongado y vivenciado de forma diferente, en cada persona que lo sufre. El sufrimiento atraviesa diferentes etapas; en la primera fase es frecuente sentir rabia, confusión, angustia o aturdimiento, creer que lo que está pasando no es real y se niegan sentimientos. También puede aparecer la distancia emocional para protegerse o incluso sentir alivio. En una segunda fase, se pasa por una inmensa soledad, tristeza y depresión. También son frecuentes algunas emociones como desesperación, agresividad, culpa y sentir que la vida ha perdido su significado. Aparecen síntomas que dificultan la alimentación y el descanso. En la tercera etapa se produce una aceptación gradual de la pérdida, se comienza a sentir anímicamente mejor, no se piensa tanto en lo ocurrido y los sentimientos son menos intensos. Poco a poco se van desarrollando nuevas tareas que antes no se hacían y se establecen nuevas relaciones.
En el análisis desde las diferentes perspectivas teóricas que motivan al individuo para llegar a la autoeliminación, se puede concluir que el suicidio es una realidad compleja y no explicable desde un solo punto de vista, sino desde un planteamiento multidisciplinario, en donde cada una de las ciencias aporta lo suyo. Claro que cuando sucede un hecho no hay explicación sanadora, sino solo la elaboración de un profundo duelo que permita superar esa intensa angustia por la que se atraviesa ante la muerte de un ser querido.
Pensar la muerte es una larga y tediosa explicitación de lo obvio. Todos al final sabemos el destino que nos depara. Pero cuando una persona toma la difícil decisión de terminar con su vida, solo queda la tarea de pensar, entender, comprender, reflexionar, fundamentar racionalmente el hecho. Algunos pensarán que es una acción de valentía, un acto de libertad. Otros un acto de cobardía, de no asumir la responsabilidad de los desafíos que acarrea la vida, aunque nadie queda exento de padecer una fuerte depresión, un trauma, un fracaso emocional, una enfermedad mental o terminal en el que vida pierda sentido e induzca a una persona a cometer una tentativa de acabar con su existencia. Desde el psicoanálisis sabemos que el inconsciente es manejado por los instintos naturales más básicos y que en determinadas situaciones no puede ser controlado por la razón humana. Tánatos, el instinto de muerte está presente en todos nosotros. Somos conscientes de nuestra finitud y muchos eligen su final, eso dependerá de cada individuo de acuerdo a su conciencia, sus creencias, valores, cultura, sociedad en la que viva. Por lo tanto, es muy difícil condenar una acción suicida, solo Dios y la conciencia de quien lo hace sabrá si ese accionar fue ético o no.

           
 BIBLIOGRAFÍA.

Ø  Durkheim E. (1897).  El suicidio”. Ed. Lozada.
Ø  Lowen A., (1994). La experiencia del placer”, Ed. Paidós.
Ø  Frank V., (1999). El hombre en busca del sentido”. Ed. Heller.
Ø  Frank V. (1997). “Ante el vacío existencial”. Ed. Heller.
Ø  From E. (1987). “Anatomía de la destructividad humana”. Ed. Siglo XXI.

Libros digitales.

Ø  Fernández Sartre J., F. Fuentenebro, A Rojo Pandoja. “Suicidio”. Pp 14 a 35.
Ø   Mansilla Izquierdo F.. Suicidio y Prevención”. Pag 6 a 114.
Ø  Camus A. El mito de Sísifo”. Ed. Losada.
Ø  Basa Ve Fernández A. “Metafísica de la muerte”. Ed. Limusa.
Ø  Pérez Barrero S. “Manual de Prevención del suicidio”. Manual de suicidiología.
Ø   Salicrú Puigvert C. “Análisis del Suicidio”. Imp. Subiraba. Ed. Ponficio. Barcelona 1924.

Revistas Digitales.

Ø  Franco Zuluaga A. Ética y Conductas Suicidas”. Revista Colombiana de Psiquiatría.
Ø  Guía Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida. “Factores Asociados con la Conducta Suicida y Evaluación de Riesgo Suicida”.
Ø  Día mundial de la Salud. IASP (Asociación Internacional de Prevención del Suicidio) 10 de Septiembre de 2010.
Ø  Baquedano Jer S. (2007). “¿Voluntad de vivir o voluntad de morir? el suicidio en Schopenhauer y Mainländer”.  Revista de filosofía. Volumen 63, 117-126.

Ensayos.

Ø  Baquedano Jer S. (2013). Situación Límite y Suicidio en Jaspers., Universidad de Chile. Philosophia 73/1 I  I pp. 45 a 60.
Ø  . Szasz, Thomas. Libertad Fatal. Ética y Política del Suicidio. Ed. Paidos.
Ø  Tasset JL. “Suicidio y fiesta del yo. El suicidio como transgresión moral definitiva. A propósito de “on suicide” 1 de David Hume”. Universidad de La Coruña.
Ø  Pérez Jiménez JC. La mirada del Suicida. El Enigma y el Estigma. Plaza y Valdés, 2011. 240 pp.

Diarios Nacionales.





Reportajes.

1.    Dr. Adolfo Zerbarini. Ayudante Fiscal. Ministerio Público Fiscal. Oficina Salto.
2.    Dra. Sol Danura. Médica Psiquiatra. A cargo del Dpto, Psiquiatría. Hospital Municipal Salto.




[1] https://www.argentina.gob.ar/salud/glosario/suicidio.
[2] El Fedón:” El dicho que sobre esto se declara en los misterios, de que los humanos estamos en una especie de prisión y que no debe uno liberarse a sí mismo ni escapar de ésta, me parece un aserto solemne y difícil comprender. No obstante, me parece que, a mí al menos, Cebes, que no dice sino bien esto: que los dioses son los que cuidan de nosotros y que nosotros, los humanos, somos una posesión de los dioses... Tal vez, entonces, desde ese punto de vista, no es absurdo que uno no deba darse muerte a sí mismo, hasta que el dios no envíe una ocasión forzosa, como ésta que ahora se nos presenta “.
https://books.google.com.ar/books?id=t3wrDwAAQBAJ&pg=PT9&lpg=PT9&dq=
[3] Las Leyes, 873 c y d. “El que mate al más próximo y del que se dice que es el más querido de todos, ¿qué pena debe sufrir? Me refiero al que se mate a sí mismo, impidiendo con violencia el cumplimiento de su destino, sin que se lo ordene judicialmente la ciudad, ni forzado por una mala suerte que lo hubiera tocado con un dolor excesivo e inevitable, ni porque lo aqueje una vergüenza que ponga a su vida en un callejón sin salida y la haga imposible de ser vivida, sino que se aplica eventualmente un castigo injusto a sí mismo por pereza y por una cobardía propia de la falta de hombría...Pero las tumbas para los muertos de esta manera deben ser, en primer lugar, particulares y no compartidas con otro. Además, deben enterrarlos sin fama en los confines de los doce distritos en aquellos lugares que sean baldíos y sin nombre, sin señalar sus tumbas con estelas o nombres”.
[4] Libro V 11 1138ª 12-15. “En efecto, una clase de acciones justas son las que se conforman a cualquier virtud y están prescritas por la ley; por ejemplo, la ley no autoriza a suicidarse, y lo que no autoriza, lo prohíbe. Por otro lado, siempre que uno hace daño a otro contra ley, voluntariamente y sin que el otro se lo haya hecho a él, obra injustamente; y lo hace voluntariamente si sabe a quién y con qué; y el que, en un acceso de ira, se degüella voluntariamente, lo hace contra la recta razón, cosa que la ley no permite, luego obra injustamente. Pero ¿contra quién? ¿No es verdad que contra la ciudad, y no contra sí mismo? Sufre en efecto, voluntariamente, pero nadie es objeto de trato injusto voluntariamente. Por eso también la ciudad lo castiga, y se impone cierta pérdida de derechos civiles al que intenta destruirse a sí mismo, por considerarse que comete una injusticia contra la ciudad “
[5] OC LXX, 495. “Esta vida, como sabes, no ha de ser retenida siempre, pues lo bueno no es vivir, sino vivir bien. Por eso el sabio vivirá tanto como deberá, no tanto como podrá; él verá dónde ha de vivir, con quiénes, cómo y qué ha de hacer. Él piensa a toda hora cuál sea la vida, no cuánta; si se le presentan muchas molestias y estorbos que perturben su tranquilidad, se licencia a sí mismo. Y no hace esto en la última necesidad, sino que tan pronto como empieza a serle suspecta la fortuna, reflexiona con toda diligencia si ha de acabar de una vez. Juzga que ninguna importancia tiene para él, si ha de cansarse o hade esperar su propio fin, si ha de ser más temprano o más tarde; y no siente ningún temor como de una gran pérdida. Nadie puede perder mucho en aquello que se escurre gota a gota. Morir más tarde o más pronto no tiene importancia; lo que importa es morir bien o mal…la vida no ha de comprarse a cualquier precio…”
[6] OCI,XX,50. “aplicaremos al hombre las palabras no matarás, entendiendo: ni a otro ni a ti, puesto que quien se mata a si mismo mata a un hombre”.
[7] III, Parte II-II a, C.64 a.5, pp. 533-535.  “ Es absolutamente ilícito suicidarse por tres razones: primera, porque todo ser se ama naturalmente a sí mismo, y a esto se debe el que todo ser se conserva naturalmente en la existencia y resista, cuanto sea capaz, a lo que podría destruirle. Por tal motivo, el que alguien se dé muerte va contra la inclinación natural y contra la caridad por la que uno debe amarse a sí mismo; de ahí que el suicidarse sea siempre pecado mortal por ir contra la ley natural y contra la caridad. Segunda, porque cada parte, en cuanto tal, pertenece a la sociedad. Por eso el que se suicida hace injuria a la comunidad, como se pone de manifiesto por el Filósofo en el libro V de la Ética a Nicómaco. Tercera, porque la vida es un don divino dado al hombre y sujeto a su divina potestad, que da la muerte y la vida. Y , por tanto, el que se priva a sí mismo de la vida peca contra Dios, como el que mata a un siervo ajeno peca contra el señor de quien es siervo; o como peca al que se arroga la facultad de juzgar una cosa que no le está encomendada, pues sólo a Dios pertenece el juicio de la muerte y dela vida, según el texto de Dt. 32,39. -Yo quitaré la vida y yo haré vivir-“
[8] Ensayos, I, XXXIII, 281. http://desbordamientospuntuales.blogspot.com.ar/2017/05/el-comentario-que-entagled-publico-el.html
[9] PP cap.69,p.305 “el suicidio, lejos de negar la voluntad de vivir, la afirma enérgicamente. Pues la negación no consiste en aborrecer el dolor, sino los goces de la vida. El suicida ama la vida; lo único que le pasa es que no acepta las condiciones en que se le ofrece. Al destruir su cuerpo no renuncia a la voluntad de vivir, sino a la vida. Quiere vivir, aceptaría una vida sin sufrimientos y la afirmación de su cuerpo, pero sufre indeciblemente porque las circunstancias no le permiten gozar de la vida.”
[10] Aurora, nn.52. http://elunicoanticristo.blogspot.com.ar/2013/01/el-suicidio-de-nietzsche.html.
[11] Albert Camus. “El mito del Sísifo”. Pag. 60
[12] Erik Fromm, en su libro “Anatomía de la destructividad humana” expresa que lo que ha ocurrido en la sociedad industrial moderna es que las tradiciones, los valores comunes y los lazos personales genuinos con los demás han desaparecido en gran parte. El hombre masa contemporáneo, está aislado y solo, aunque forme parte de una muchedumbre; no tiene convicciones que compartir con los demás: sólo consignas e ideologías, que le proporcionan los medios masivos de comunicación. El hombre se ha convertido en un á-tomo, que se mantiene unido a la sociedad por intereses comunes, que a su vez pueden ser antagónicos y el nexo es el dinero como valor supremo de la sociedad de consumo capitalista. Pág. 118.
[13] http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/el-efecto-werther-los-imitadores-de-la-muerte-1510475.html
[14] http://literaturauniversal.carpetapedagogica.com/2013/02/las-cuitas-del-joven-werther.html
[15] Sol Mayte Álvarez Torres. Efecto Werther: Una propuesta de intervención en la facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación (UPV/EHU), pag.49 (2/9).
[16] . Sara R. Paredes Márquez. El Cibersuicidio a través de las TIC: Un nuevo concepto. PDF.
[17] Elías Neuman. El Patrón. Radiografía de un Crimen. Emecé Editores. 1988.
[18] Elías Neuman. Victimología y control social. Editorial Universidad. 1994.
[20] Palabras del Ayudante Fiscal, del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Salto.
[21] Código Penal de la Nación Argentina.
[22] Sebastián Amadeo. Instigación o ayuda al suicidio. http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/cpcomentado/cpc37777.pdf