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lunes, 24 de noviembre de 2014

El conocimiento según Platón.


Para Platón el conocimiento tiene dos ámbitos:
1) Uno del que se puede opinar y del que para los griegos se denominaba doxa, que todos aquellos conocimientos que no necesitan ser demostrables, comprobables, son los conocimientos de la vida cotidiana, del sentido común del que podemos manejar los objetos e instrumentos del mundo que nos rodea y de las personas.
2) El otro conocimiento es el inteligible, el conocimiento real, verdadero o episteme, y que abarca el conocimiento de las matemáticas y el saber filosófico. La inteligencia humana se independiza de lo que percibimos a través de los sentidos para lograr un saber completo sin supuestos.


Para Platón el conocimiento va desde la ignorancia hacia un conocimiento completo, pleno, que nos hace diferente de los animales, las plantas u objeto a través de la experiencia sensible, que pueda ser visto, tocado, manipulado por una persona que lo observó, conversó, convivió. Pero también incluye en este tipo de conocimiento a la imaginación o eikasía, en el que se incluyen los sueños, las fantasías, que no son reales pero simulan serlo. La imaginación se ocupa de imágenes, de copias que tienen la capacidad de confundirnos con el verdadero conocimiento.

El conocimiento de lo sensible es un conocimiento de naturaleza inferior, y es lo que Platón denomina doxa, pero que no es episteme, es decir, el conocimiento verdadero.
También toma distancia de la creencia o pistis, cuya característica fundamental es que la creencia es la incapacidad de dar razón de aquello en lo que se cree. Es práctica, es costumbre, es experiencia personal, pero no es un saber que pueda ser justificado o probado desde lo racional.
La creencia es casi siempre falaz porque los objetos del conocimiento del ámbito sensible son mudables, múltiples, todas las situaciones son diversas y las condiciones cambiantes.


Lo inteligible, en cambio es el conocimiento científico (episteme), en donde, para Platón, hay dos niveles: el nivel inferior corresponde a las matemáticas, el matemático da por supuesto ciertas nociones como la de par o impar, los números, las figuras, las tres clases de ángulos, etc, no necesitan demostración porque son evidentes para todos. El pensamiento propio de la matemática es el pensamiento discursivo o dianoia, que marcha desde los principios buscando la conclusión que se deriva de esos principios. En el nivel superior: ubica a la filosofía, el pensamiento discursivo como la mediación entre la opinión y el trabajo de la inteligencia pura o nous, propia de la filosofía. El nous es la facultad del alma a través de la cual se contemplan las ideas.

La dialéctica tiene por objeto el conocimiento de las ideas, que como tal es puramente intelectual. Es el ámbito propio en el que se desarrolla la filosofía.


Dice Platón: Quien se dedica a la dialéctica está en condiciones de alcanzar, sin el auxilio de los sentidos y mediante el uso de la razón, la esencia de cada cosa, y si no desiste hasta lograr apoderarse, con la sola inteligencia, de la esencia del bien, llegará al término de lo inteligible....